Showing posts with label Father. Show all posts
Showing posts with label Father. Show all posts

Thursday, 7 April 2016

Pope Francis: Divine Mercy excludes no one / Papa en Su Catequesis


English
Espanol
中文


Pope Francis arrives for the General Audience in Saint Peters Square, Vatican City, 6 April 2016 - ANSA

(Vatican Radio) Pope Francis held his weekly General Audience in St. Peter’s Square on Wednesday, during the course of which he began a new chapter in his catecheses on mercy, one focusing specifically on Christ’s fulfillment of the promise and action of mercy revealed to humanity through God’s Chosen People, as expressed in the New Testament.

The Holy Father said that the Gospels show us a Jesus who, in every moment of His earthly life, made mercy visible: meeting the crowds, announcing the Gospel, healing the sick, drawing close to the forgotten, pardoning sinners.

The Pope went on to say that the love Christ showed was a love open to all, a love which was fulfilled on the Cross. “Jesus,” said Pope Francis in an emphatic departure from his prepared remarks, “did not bring hatred, nor did He bring enmity: He brought love – a great love – a heart open to all – to all of us – a love that saves.”

The Holy Father went on to say that no one is excluded from God’s merciful love – and that He proved this once and for all from the Cross. “We are all sinners,” he said in another emphatic departure, “but we are all forgiven: we all have the possibility of receiving this pardon, which is the mercy of God; we need not fear, therefore, to recognize ourselves sinners, confess ourselves sinners, because every sin was carried by the Son to the Cross.”

Pope Francis concluded with an exhortation to frequent the Sacrament of Reconciliation, saying that it offers us the forgiveness that flows from the Cross and which renews us in His grace, and inviting everyone everywhere in this Jubilee Year to embrace the Gospel with greater vigor and be heralds of the Father’s mercy and forgiveness.

Retrieved from Vatican Radio http://en.radiovaticana.va/news/2016/04/06/pope_francis_divine_mercy_excludes_no_one/1220605 [accessed 06 April, 2016].



Texto completo de la catequesis del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Después de haber reflexionado sobre la misericordia de Dios en el Antiguo Testamento, hoy iniciamos a meditar sobre como Jesús mismo lo ha llevado a su pleno cumplimiento. Una misericordia que Él ha expresado, realizado y comunicado siempre, en cada momento de su vida terrena. Encontrando a la gente, anunciando el Evangelio, curando a los enfermos, acercándose a los últimos, perdonando a los pecadores, Jesús hace visible un amor abierto a todos: ¡ninguno está excluido! Abierto a todos sin límites. Un amor puro, gratuito, absoluto. Un amor que alcanza su culmen en el Sacrificio de la Cruz. ¡Sí, el Evangelio es de verdad el “Evangelio de la Misericordia”, porque Jesús es la Misericordia!

Los cuatro Evangelios afirman que Jesús, antes de iniciar su ministerio, quiso recibir el bautismo de Juan Bautista (Mt 3,13-17; Mc 1,9-11; Lc 3,21-22; Jn 1,29-34). Este acontecimiento imprime una orientación decisiva en toda la misión de Cristo. De hecho, Él no se ha presentado al mundo en el esplendor del templo: podía hacerlo, ¿eh? No se ha hecho anunciar al son de trompetas: podía hacerlo. Ni mucho menos ha venido en las vestiduras de un juez: podía hacerlo. En cambio, después de treinta años de vida oculta en Nazaret, Jesús se acercó al río Jordán, junto a tanta gente de su pueblo, y se puso en la fila con los pecadores. No ha tenido vergüenza: estaba ahí con todos, con los pecadores, para hacerse bautizar. Por lo tanto, desde el inicio de su ministerio, Él se ha manifestado como Mesías que asume la condición humana, movido por la solidaridad y la compasión. Como Él mismo afirma en la sinagoga de Nazaret identificándose con la profecía de Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor» (Lc 4,18-19). Todo lo que Jesús ha realizado después del bautismo ha sido la realización del programa inicial: traer a todos el amor de Dios que salva. Jesús no ha traído el odio, no ha traído la enemistad: ¡nos ha traído el amor! ¡Un amor grande, un corazón abierto a todos, a todos nosotros! ¡Un amor que salva!

Él se ha hecho prójimo con los últimos, comunicando a ellos la misericordia de Dios que es perdón, alegría y vida nueva. ¡El Hijo enviado por el Padre, Jesús, es realmente el inicio del tiempo de la misericordia para toda la humanidad! Todos aquellos que estaban presentes en la orilla del Jordán no entendieron enseguida el significado del gesto de Jesús. El mismo Juan el Bautista se sorprendió de su decisión (Cfr. Mt 3,14). ¡Pero el Padre celeste no! Él hizo oír su voz desde lo alto: «Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección» (Mc 1,11). De este modo el Padre confirma el camino que el Hijo ha iniciado como Mesías, mientras desciende sobre Él como una paloma el Espíritu Santo. Así el corazón de Jesús late, por así decir, al unísono con el corazón del Padre y del Espíritu, mostrando a todos los hombres que la salvación es el fruto de la misericordia de Dios.

Podemos contemplar todavía más claramente el gran misterio de este amor dirigiendo la mirada a Jesús crucificado. Mientras está por morir inocente por nosotros pecadores, Él suplica al padre: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). Es en la cruz que Jesús presenta a la misericordia del Padre el pecado del mundo: ¡el pecado de todos! Mis pecados, tus pecados, los pecados. Es ahí, en la cruz, que Él los presenta. Y con ella todos nuestros pecados son borrados. Nada ni nadie queda excluido de esta oración sacrificial de Jesús. Esto significa que no debemos temer en reconocernos y confesarnos pecadores. Pero, cuantas veces nosotros decimos: “Éste es un pecador, éste ha hecho esto, aquello…” y juzgamos a los demás. ¿Y tú? Cada uno de nosotros debería preguntarse: “si éste es un pecador. ¿Y yo?”. Todos somos pecadores, pero todos somos perdonados: todos tenemos la posibilidad de recibir este perdón que es la misericordia de Dios. No debemos temer, pues, de reconocernos pecadores, confesarnos pecadores, porque todo pecado ha sido llevado por el Hijo en la cruz. Y cuando nosotros lo confesamos arrepentidos confiando en Él, estamos seguros de ser perdonados. ¡El sacramento de la Reconciliación hace actual para cada uno la fuerza del perdón que brota de la Cruz y renueva en nuestra vida la gracia de la misericordia que Jesús nos ha traído! No debemos temer nuestras miserias: no debemos temer a nuestras miserias. Cada uno de nosotros tiene las suyas. La potencia del amor del Crucificado no conoce obstáculos y no se acaba jamás. Y esta misericordia borra nuestras miserias.

Queridos, en este Año Jubilar pidamos a Dios la gracia de tener experiencia de la potencia del Evangelio: Evangelio de la misericordia que transforma, que nos hace entrar en el corazón de Dios, que nos hace capaces de perdonar y de mirar al mundo con más bondad. Si acogemos el Evangelio del Crucificado Resucitado, toda nuestra vida es plasmada por la fuerza de su amor que renueva. ¡Gracias!


(Traducción del italiano, Renato Martinez – Radio Vaticano)

Retrieved from Radio Vaticano http://es.radiovaticana.va/news/2016/04/06/catequesis_papa_francisco_evangelio_de_la_misericordia_jesus/1220586 [accessed 06 April, 2016].



梵蒂岡電台訊教宗方濟各4月6日上午在聖伯多祿廣場主持週三公開接見活動,大約4萬人參加。教宗在當天的要理講授中開始講解福音中的慈悲,強調每一個人雖有自己的困窘,但基督的愛與寬恕永不枯竭。

教宗從福音中耶穌在世的5個重要行動談天主慈悲:耶穌“會晤人群、宣講福音、治癒病患、走近弱小、寬恕罪人”。耶穌本來可以像君王那樣來到世上審判眾人,甚至可以從十字架上走下來,滿足一些人的要求。但祂沒有這樣做,卻與貧苦人為伍,奉獻自己,為人類開啟了慈悲時期。

“耶穌沒有在殿宇的輝煌中來到世界上,祂不是大可這樣做嗎?祂沒有吹鼓奏樂宣告自己的到來,但祂有能力這樣做!祂也沒有以法官的姿態來到,但祂能夠做到!相反地,耶穌在納匝肋度過了30年的隱居生活後,來到約旦河,與祂的許多子民在一起,與罪人為伍。他不覺得難為情:祂與眾人,與罪人一起在那裡受洗。”

教宗表示,基督一開始祂的使命,就彰顯出祂是承受人類處境的默西亞,同情憐憫人類。祂受洗後所行的一切都是在實現祂的初始計劃,將天主的救贖之愛帶給眾人。這是純淨、不求回報,無與倫比的愛。

“耶穌沒有帶來仇恨,沒有帶來敵意:祂為我們帶來了愛!這是一種崇高的愛,一顆為眾人,為我們所有人敞開的心!這是救贖之愛!耶穌走近弱小者,告訴他們天主的慈悲乃是寬恕、喜樂及新生命。耶穌,天父所派遣的聖子,真實地開啟了全人類蒙受慈悲的時期!”

教宗解釋道,天主的慈悲在哥耳哥達的苦難到達巔峰,耶穌在十字架上說的話永遠改變了人的處境:“父啊,寬赦他們吧!因為他們不知道他們做的是什麽”(路廿三34)。 “耶穌在十字架上將世界的罪呈獻於天父的慈悲:這是眾人的罪,是我的罪,你的罪,你們的罪。祂在那裡,在十字架上呈獻了世人的罪。藉著這個舉動,我們的一切罪都被消除。任何事物及任何人都沒有被擋在耶穌祭獻祈禱的門外。”

教宗最後勉勵信友們勤領修和聖事,懺悔並全心信賴天主,避免陷入自以為是,不接受天主寬恕的誘惑。“我們每個人都該問自己:‘沒錯,那是個罪人。可是我呢?’我們大家都是罪人,但我們都得到了寬恕:我們人人都有機會蒙受寬恕,天主的慈悲。我們不必害怕自己的困窘。我們每一個人都有自己的困窘。基督十字架上愛的大能所向無敵,永不枯竭。天主慈悲能消除我們的困窘。”

當天是第三屆促進發展與和平國際體育日。教宗方濟各在公開接見活動結束時,向在場人士談到聯合國的這項創舉說:“體育是一種拉近各民族距離的普世性語言,它可以促進人際交往及超越衝突。因此,我鼓勵把體育運動當作訓練美德的場所,以增進個人與團體的全面發展。”


二零一六年四月七日上午取自梵蒂岡廣播電台 http://zht.radiovaticana.va/news/2016/04/06/%E6%95%99%E5%AE%97%E5%85%AC%E9%96%8B%E6%8E%A5%E8%A6%8B%EF%BC%9A%E8%80%B6%E7%A9%8C%E7%82%BA%E7%9C%BE%E4%BA%BA%E9%96%8B%E5%95%9F%E4%BA%86%E6%85%88%E6%82%B2%E6%99%82%E6%9C%9F/1220843.

Sunday, 3 April 2016

Pope Francis in the vigil for Divine Mercy / el Papa en la Vigilia de la Divina Misericordia / 教宗主持慈悲主日前夕守夜祈禱


English
Espanol
中文


(Vatican Radio) Pope Francis on Saturday lead a prayer vigil for Divine Mercy, in which he spoke of the many faces of the mercy of God.

The prayer vigil took place on the eve of Divine Mercy Sunday and coincided with the 11th anniversary of Pope St. John Paul II’s death.
Pope Francis led a prayer vigil for Divine Mercy, recalling the many faces of God's mercy - REUTERS

Thousands of people gathered in St. Peter’s Square on Saturday in the Octave of Easter for the celebration of a prayer vigil for Divine Mercy.

In remarks prepared for the occasion, Pope Francis reflected on the ‘vast ocean’ that is the mercy of God, saying “so great and infinite is his mercy, to the point that it is greatly challenging to describe it in all its entirety”.

Turning to the testimony of Scripture, Pope Francis noted that the Bible expresses God’s mercy as nearness to His people and in the expression of tenderness, especially in the prophet Hosea.

The Holy Father went on to name the many faces of God’s mercy.

“How many expressions there are of God’s mercy! This mercy comes to us as closeness and tenderness, and because of this, comes also as compassion and solidarity, as consolation and forgiveness. The more we receive, the more we are called to share it with others; it cannot be kept hidden or kept only for ourselves. It is something which burns within our hearts, driving us to love, thus recognizing the face of Jesus Christ, above all in those who are most distant, weak, alone, confused and marginalized.”

The prayer vigil coincided with the 11th anniversary of Pope John Paul II’s death on Divine Mercy Sunday, 2 April 2005.

Pope Francis himself will visit the Shrine of Divine Mercy during the 28th World Youth Day to take place this summer in Krakow, Poland.


Retrieved from English Radio Vaticana http://en.radiovaticana.va/news/2016/04/02/pope_francis_leads_prayer_vigil_for_divine_mercy/1219753 [accessed 03 April, 2016].



Texto de las palabras del Santo Padre Francisco durante la Vigilia de oración por la Divina Misericordia

Compartimos con alegría y agradecimiento este momento de oración que nos introduce en el Domingo de la Misericordia, muy deseado por san Juan Pablo II - hace cinco años, un día como el de hoy, en el 2005 falleció -. Y quería esto para dar cumplimiento a una petición de santa Faustina. Los testimonios que han sido presentados - por los que damos gracias - y las lecturas que hemos escuchado abren espacios de luz y de esperanza para entrar en el gran océano de la misericordia de Dios. ¿Cuántos son los rostros de la misericordia, con los que él viene a nuestro encuentro? Son verdaderamente muchos; es imposible describirlos todos, porque la misericordia de Dios es un crescendo continuo. Dios no se cansa nunca de manifestarla y nosotros no deberíamos acostumbrarnos nunca a recibirla, buscarla y desearla. Es siempre algo nuevo que provoca estupor y maravilla al ver la gran fantasía creadora de Dios, cuando sale a nuestro encuentro con su amor.

Dios se ha revelado, manifestando muchas veces su nombre, y este nombre es “misericordioso” (cf. Ez 34,6). Así como la naturaleza de Dios es grande e infinita, del mismo modo es grande e infinita su misericordia, hasta el punto que parece una tarea difícil poder describirla en todos sus aspectos. Recorriendo las páginas de la Sagrada Escritura, encontramos que la misericordia es sobre todo cercanía de Dios a su pueblo. Una cercanía que se expresa y se manifiesta principalmente como ayuda y protección. Es la cercanía de un padre y de una madre que se refleja en una bella imagen del profeta Oseas, que dice así: «Con lazos humanos los atraje, con vínculos de amor. Fui para ellos como quien alza un niño hasta sus mejillas. Me inclinaba, me inclinaba hacia él para darle de comer» (11,4). El abrazo de un papá y de una mamá con su niño. Es muy expresiva esta imagen: Dios toma a cada uno de nosotros y nos alza hasta sus mejillas. Cuánta ternura contiene y cuánto amor manifiesta. Ternura: palabra casi olvidada y de la que el mundo de hoy - y todos nosotros - tenemos necesidad. He pensado en esta palabra del Profeta cuando he visto el logo del Jubileo. Jesús no sólo lleva sobre sus espaldas a la humanidad, sino que además pega su mejilla a la de Adán, hasta el punto que los dos rostros parecen fundirse en uno.

Nosotros no tenemos un Dios que no sepa comprender y compadecerse de nuestras debilidades (cf. Hb 4, 15). Al contrario, precisamente en virtud de su misericordia, Dios se ha hecho uno de nosotros: «El Hijo de Dios con su encarnación, se ha unido, en cierto modo, a cada hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Naciendo de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo, en todo semejantes a nosotros, excepto en el pecado» (Gaudium et spes, 22). Por lo tanto, en Jesús no sólo podemos tocar la misericordia del Padre, sino que somos impulsados a convertirnos nosotros mismos en instrumento de la misericordia. Puede ser fácil hablar de misericordia, mientras que es más difícil llegar a ser testigos de esa misericordia en lo concreto. Este es un camino que dura toda la vida y no debe detenerse. Jesús nos dijo que debemos ser “misericordiosos como el Padre” (cf. Lc 6,36). ¡Toda la vida, toda la vida nos compromete a esto!

¡Cuántos rostros, entonces, tiene la misericordia de Dios! Ésta se nos muestra como cercanía y ternura, pero en virtud de ello también como compasión y como participación, como consolación y perdón. Quien más la recibe, más está llamado a ofrecerla, a comunicarla; no se puede tener escondida ni retenida sólo para sí mismo. Es algo que quema el corazón y lo estimula a amar, porque reconoce el rostro de Jesucristo sobre todo en quien está más lejos, débil, solo, confundido y marginado. La misericordia no está detenida, sale a buscar a la oveja perdida, y cuando la encuentra manifiesta una alegría contagiosa. La misericordia sabe mirar a los ojos de cada persona; cada una es preciosa para ella, porque cada una es única. Cuánto dolor sentimos en el corazón cuando escuchamos decir: Pero, esta gente…, estos pobres, echémoslos fuera, dejémoslos que duerman en la calle... ¿Esto es de Jesús?

Queridos hermanos y hermanas, la misericordia nunca puede dejarnos tranquilos. Es el amor de Cristo que nos “inquieta” hasta que no hayamos alcanzado el objetivo; que nos empuja a abrazar y estrechar a nosotros, a involucrar, a quienes tienen necesidad de misericordia para permitir que todos sean reconciliados con el Padre (cf. 2 Co 5,14-20). No debemos tener miedo, es un amor que nos alcanza y envuelve hasta el punto de ir más allá de nosotros mismos, para darnos la posibilidad de reconocer su rostro en los hermanos. Dejémonos guiar dócilmente por este amor y llegaremos a ser misericordiosos como el Padre.

Hemos escuchado el Evangelio, Tomás era un testarudo. No había creído. Y encontró la fe precisamente cuando tocó las llagas del Señor. Una fe que no es capaz de meterse en las llagas del Señor ¡no es fe! Una fe que no es capaz de ser misericordiosa, como son signo de misericordia las llagas del Señor, no es fe: es una idea, ideología. Nuestra fe está encarnada en un Dios que se hizo carne, que se hizo pecado, ¡que ha sido llagado por nosotros! Pero si nosotros queremos creer en serio y tener fe, debemos acercarnos y tocar esa llaga, acariciar esa llaga y también bajar la cabeza y dejar que otros acaricien nuestras llagas.

Y bien, entonces, que sea el Espíritu Santo quien guíe nuestros pasos: Él es el amor, él es la misericordia que se comunica a nuestros corazones. No pongamos obstáculos a su acción vivificante, sino sigámoslo dócilmente por los caminos que nos indica. Permanezcamos con el corazón abierto, para que el Espíritu pueda transformarlo; y así, perdonados, reconciliados, dentro de las llagas del Señor, lleguemos a ser testigos de la alegría que brota del encuentro con el Señor Resucitado, vivo entre nosotros.


Retrieved from Radio Vaticano http://es.radiovaticana.va/news/2016/04/02/papa_francisco_vigilia_divina_misericordia_jubileo/1219877 [accessed 03 April, 2016].


梵蒂岡電台訊)教宗方濟各4月2日傍晚6點在聖伯多祿廣場主持慈悲主日前夕守夜禮,為遭受迫害的基督徒和貪圖世俗的基督徒祈禱,也為受到侵害和剝削的人、難民和流亡者呼求天主的慈悲。慈悲主日是聖若望保祿二世教宗於2000年欽定的,每年復活期第2主日慶祝,效法傅天娜修女全然信賴天主的慈悲。

教宗方濟各在慈悲主日前夕守夜禮上發表講話,強調天主的慈悲永無窮盡,祂總是不厭其煩地施予慈悲。我們基督徒應做慈悲的見證人,盡力“慈悲如同天父”,決不可把接納、尋求及渴望慈悲當作例行公事。

教宗從《聖經》關於天主慈悲的論述談起,指出慈悲首先是天主臨近祂的子民,幫助並保護他們。歐瑟亞先知描述天主接近祂的子民,有如父親和母親。天主說:“是我用仁慈的繩索,愛情的帶子牽著他們,我對他們有如高舉嬰兒到自己面頰的慈親,俯身餵養他們”(歐十一4)。

教宗解釋道:“這是一幅極富情感的圖像:天主抱起我們每一個人,把我們舉到祂的面頰前。祂的溫柔和愛是多麽大啊!耶穌不僅將人類背在自己肩膀上,還把自己的面頰緊緊地貼在亞當的面頰上,好似兩個面容已融為一個。”

我們的天主不是一個“不能同情我們弱點”的天主(參閲:希四15)。相反地,天主正是因著祂的仁慈而成了我們當中的一員。“天主聖子藉著降生成人,在某種程度上同每個人結合在一起。祂曾以人的雙手工作,以人的理智思想,以人的意志行事,並以人的心腸愛天主愛人。祂生於童貞瑪利亞,實在是我們中的一員。祂在一切事上,除了罪以外,與我們相似”(《論教會在現代世界牧職憲章》,22號)。

教宗表示:“藉著耶穌,我們不僅能親手觸摸天父的慈悲,也受到激勵使自己成為天主慈悲的工具。談論慈悲可能不難,但成為慈悲的具體見證人則需要付出努力。這是我們一生中應走的路,不該有半點停歇。耶穌教導我們該當‘慈悲如同天父’(參閲:路六36)。”

教宗最後總結說:“慈悲絕不會讓我們安於現狀。基督的愛促使我們‘焦慮不安’,以致不達目的不罷休;基督的愛催迫著我們去緊緊地擁抱那些需要慈悲的人,使眾人與天父重歸於好(參閲:格後五14-20)。我們不要畏懼,因為愛在催迫著我們走出自己,在兄弟姐妹的面容上認出基督的面容。讓我們在這愛的柔和引領下,如同天父慈悲為懷。”


梵蒂岡廣播電台,二零一六年四月三日取自:http://zht.radiovaticana.va/news/2016/04/02/%E6%95%99%E5%AE%97%E4%B8%BB%E6%8C%81%E6%85%88%E6%82%B2%E4%B8%BB%E6%97%A5%E5%89%8D%E5%A4%95%E5%AE%88%E5%A4%9C%E7%A5%88%E7%A6%B1%EF%BC%9A%E5%9F%BA%E7%9D%A3%E7%9A%84%E6%84%9B%E5%82%AC%E8%BF%AB%E6%88%91%E5%80%91%E6%85%88%E6%82%B2%E5%A6%82%E5%90%8C%E5%A4%A9%E7%88%B6/1219907

Thursday, 31 March 2016

God’s Forgiveness blots out sin at the root / Miserere, confiemos en el perdón y la misericordia de Dios / 天主賦予罪人站起來的尊嚴

English
Espanol
中文


God in his goodness “does not hide the sin but destroys and blots it out”. Indeed, “he blots it out from the very root, not as they do at the dry cleaners’ when we take a suit and they remove a stain“. No! God blots out our sin from the very root, completely! ”. With this evocative imagery Pope Francis spoke of divine mercy in the catechesis — the last in a series dedicated to the Jubilee theme in light of the Old Testament — during the General Audience on Wednesday, 30 March. With the faithful present in St Peter’s Square, the Pope elaborated on Psalm 51[50], the ‘Miserere’. The following is a translation of the Holy Father’s address, which he gave in Italian.

Dear Brothers and Sisters,

Good morning,

Today we shall complete the catecheses on mercy in the Old Testament, and do so by meditating on Psalm 51[50], known as the Miserere. It is a penitential prayer in which the request for forgiveness is preceded by the confession of sins and in which the one praying allows himself to be purified by the Lord’s love. Thus, he becomes a new creature, capable of obedience, steadfastness of spirit, and of sincere praise.



The “title” that the ancient Hebrew tradition gave to this Psalm refers to King David and his sin with Bathsheba, the wife of Uriah the Hittite. We are quite familiar with the event. Kind David, called by God to shepherd the people and guide them on the paths of obedience to divine Law, betrayed his mission and, after committing adultery with Bathsheba, has her husband put to death. A terrible sin! The prophet Nathan shows David his sin and helps him to recognize it. It is the moment of reconciliation with God, in confessing his sin. Here David was humble. He showed greatness!

Those who pray with this Psalm are called to feel the same sense of remorse and of trust in God, which David had when he mended his ways and, although the king, he humbled himself without being afraid to confess his crime and show his misery to the Lord, yet confident that the Lord’s mercy was assured. What he had done was not a minor sin, a small lie: he had committed adultery and murder!

The Psalm begins with these words of supplication:

“Have mercy on me, O God,

according to thy steadfast love;

according to thy abundant mercy

blot out my transgressions.

Wash me thoroughly from my iniquity,

and cleanse me from my sin! (vv. 1-2).


The invocation is addressed to the God of mercy in order that, moved by a love as great as that of a father or mother, he have mercy, that is, grant grace, show his favour with benevolence and understanding. It is a heartfelt plea to God, who alone can free one from sin. Very descriptive images are used: blot out, wash me, cleanse me. Made manifest in this prayer is man’s true need: the only thing that we truly need in our life is that of being forgiven, freed from evil and from its consequence of death. Unfortunately, life often makes us experience these situations. In [such circumstances] we must first trust in mercy. God is greater than our sin. Let us not forget this: God is greater than our sin! “Father, I do not know how to say it. I have committed many, serious [sins]!”. God is greater than all the sins we can commit. God is greater than our sin. Shall we say it together? All together: “God is greater than our sin!”. Once again: “God is greater than our sin!”. Once more: “God is greater than our sin!”. His love is an ocean in which we can immerse ourselves without fear of being overcome: to God forgiving means giving us the certainty that he never abandons us. Whatever our heart may admonish us, he is still and always greater than everything (cf. 1 Jn 3:20), because God is greater than our sin.

In this sense, whoever prays with this Psalm seeks forgiveness, confesses his sin, but in acknowledging it celebrates the justice and holiness of God. Moreover he asks to be granted grace and mercy. The Psalmist trusts in the goodness of God. He knows that divine goodness is immensely effective, because [God] creates what he says. He does not hide the sin but destroys and blots it out. He blots it out from the very root, not as they do at the dry cleaners’ when we take a suit and they remove a stain. No! God blots out our sin from the very root, completely! Therefore the penitent person becomes pure again; every stain is eliminated and now he is whiter than pure snow. We are all sinners. Is this true? If any of you does not feel you are a sinner, raise your hand.... No one. We all are sinners. We sinners, with forgiveness, become new creatures, filled by the spirit and full of joy. Now a new reality begins for us: a new heart, a new spirit, a new life. We, forgiven sinners, who have received divine grace, can even teach others to sin no more. “But Father, I am weak, I fall, I fall”. — “If you fall, get up! Stand up!”. When a child falls, what does he do? He raises his hand to mom, to dad so they help him to get up. Let us do the same! If out of weakness you fall into sin, raise your hand: the Lord will take it and help you get up. This is the dignity of God’s forgiveness! The dignity that God’s forgiveness gives us is that of lifting us up, putting us back on our feet, because he created men and woman to stand on their feet.

The Psalmist says:

“Create in me a clean heart, O God,

and put a new and right spirit within me.

[...].

Then I will teach transgressors thy ways,

and sinners will return to thee” (vv. 10, 13).


Dear brothers and sisters, God’s forgiveness is what we all need, and it is the greatest sign of his mercy. It is a gift that every forgiven sinner is called to share with every brother and sister he meets. All those whom the Lord has placed beside us, family, friends, coworkers, parishioners... everyone needs, as we do, the mercy of God. It is beautiful to be forgiven, but you too, if you want to be forgiven, forgive in turn. Forgive! May the Lord allow us, through the intercession of Mary, Mother of Mercy, to be witnesses to his forgiveness, which purifies the heart and transforms life. Thank you.

I greet the English-speaking pilgrims and visitors taking part in today’s Audience, including those from England, Ireland, Norway, Nigeria, Australia, Indonesia, Pakistan and the United States. In the joy of the Risen Lord, I invoke upon you and your families the loving mercy of God our Father. May the Lord bless you all!


Retrieved from http://www.news.va/en/news/at-the-general-audience-the-pope-recalls-that-gods [accessed 31 March, 2016].


Texto completo de la catequesis del Papa Francisco



Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Terminamos hoy las catequesis sobre la misericordia en el Antiguo Testamento, y lo hacemos meditando el Salmo 51, llamado Miserere. Se trata de una oración penitencial en la cual la súplica de perdón es precedida por la confesión de la culpa y en la cual el orante, dejándose purificar por el amor del Señor, se convierte en una nueva creatura, capaz de obediencia, de firmeza de espíritu, y de alabanza sincera.

El “título” que la antigua tradición judía ha puesto a este Salmo hace referencia al rey David y a su pecado con Betsabé, la mujer de Urías el Hitita. Conocemos bien los hechos. El rey David, llamado por Dios a pastorear el pueblo y a guiarlo por caminos de obediencia a la Ley divina, traiciona su propia misión y, después de haber cometido adulterio con Betsabé, manda asesinar al marido. ¡Un horrible pecado! El profeta Natán le revela su culpa y lo ayuda a reconocerlo. Es el momento de la reconciliación con Dios, en la confesión del propio pecado. ¡Y en esto David ha sido humilde, ha sido grande!

Quien ora con este Salmo está invitado a tener los mismos sentimientos de arrepentimiento y de confianza en Dios que tuvo David cuando se había arrepentido y, a pesar de ser rey, se ha humillado sin tener temor de confesar su culpa y mostrar su propia miseria al Señor, pero convencido de la certeza de su misericordia. ¡Y no era un pecado, una pequeña mentira, aquello que había hecho; había cometido adulterio y un asesinato! El Salmo inicia con estas palabras de súplica: «¡Ten piedad de mí, oh Dios, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! – se siente pecador – ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado!» (vv. 3-4).

La invocación está dirigida al Dios de misericordia porque, movido por un amor grande como aquel de un padre o de una madre, tenga piedad, es decir, hace una gracia, muestra su favor con benevolencia y comprensión. Es un llamado a Dios, el único que puede liberar del pecado. Son usadas imágenes muy plásticas: borra, lávame, purifícame. Se manifiesta, en esta oración, la verdadera necesidad del hombre: la única cosa de la cual tenemos verdaderamente necesidad en nuestra vida es aquella de ser perdonados, liberados del mal y de sus consecuencias de muerte.

Lamentablemente, la vida nos hace experimentar muchas veces estas situaciones; y sobre todo en ellas debemos confiar en la misericordia. Dios es más grande de nuestro pecado. No olvidemos esto: Dios es más grande de nuestro pecado. “Padre yo no lo sé decir, he cometido tantos graves, tantos” Dios es más grande de todos los pecados que nosotros podamos cometer. Dios es más grande de nuestro pecado. ¿Lo decimos juntos? Todos. “¡Dios – todos juntos – es más grande de nuestro pecado! Una vez más: “Dios es más grande de nuestro pecado”. Una vez más: “Dios es más grande de nuestro pecado”. Y su amor es un océano en el cual podemos sumergirnos sin miedo de ser superados: perdonar para Dios significa darnos la certeza que Él no nos abandona jamás. Cualquier cosa podamos reclamarnos, Él es todavía y siempre más grande de todo (Cfr. 1 Jn 3,20) porque Dios es más grande de nuestro pecado.

En este sentido, quien ora con este Salmo busca el perdón, confiesa su propia culpa, pero reconociéndola celebra la justicia y la santidad de Dios. Y luego pide todavía gracia y misericordia. El salmista confía en la bondad de Dios, sabe que el perdón divino es sumamente eficaz, porque crea lo que dice. No esconde el pecado, sino que lo destruye y lo borra; pero lo borra desde la raíz no como hacen en la tintorería cuando llevamos un vestido y borran la mancha. ¡No! Dios borra nuestro pecado desde la raíz, ¡todo! Por eso el penitente se hace puro, toda mancha es eliminada y él ahora es más blanco que la nieve incontaminada. Todos nosotros somos pecadores. ¿Y esto es verdad? Si alguno de ustedes no se siente pecador que alce la mano. Ninguno, ¡eh! Todos lo somos.

Nosotros pecadores, con el perdón, nos hacemos creaturas nuevas, rebosantes de espíritu y llenos de alegría. Ahora una nueva realidad comienza para nosotros: un nuevo corazón, un nuevo espíritu, una nueva vida. Nosotros, pecadores perdonados, que hemos recibido la gracia divina, podemos incluso enseñar a los demás a no pecar más. “Pero Padre, yo soy débil: yo caigo, caigo”, ¡pero si tú caes, levántate! Cuando un niño cae, ¿Qué hace? Levanta la mano a la mamá, al papá para que lo levanten. Hagamos lo mismo. Si tú caes por debilidad en el pecado, levanta la mano: el Señor la toma y te ayudará a levantarte. Esta es la dignidad del perdón de Dios. La dignidad que nos da el perdón de Dios es aquella de levantarnos, ponernos siempre de pie, porque Él ha creado al hombre y a la mujer para estar en pie.

Dice el Salmista: «Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. […] Yo enseñaré tu camino a los impíos y los pecadores volverán a ti» (vv. 12.15).

Queridos hermanos y hermanas, el perdón de Dios es aquello de lo cual todos tenemos necesidad, y es el signo más grande de su misericordia. Un don que todo pecador perdonado es llamado a compartir con cada hermano y hermana que encuentra. Todos aquellos que el Señor nos ha puesto a nuestro alrededor, los familiares, los amigos, los compañeros, los parroquianos… todos son, como nosotros, necesitados de la misericordia de Dios. Es bello ser perdonados, pero también tú, si quieres ser perdonado, perdona también tú. ¡Perdona! Que nos conceda el Señor, por intercesión de María, Madre de misericordia, ser testigos de su perdón, que purifica el corazón y transforma la vida. Gracias.


(Traducción del italiano, Renato Martinez – Radio Vaticano)

Retrieved from Radio Vaticano http://es.radiovaticana.va/news/2016/03/30/catequesis_del_papa_misericordia_y_perdon_jubileo/1218963 [accessed 31 March, 2016].




(梵蒂岡電台訊)教宗方濟各3月30日上午在聖伯多祿廣場主持週三公開接見活動,3萬多名信友參加。教宗在要理講授中勉勵眾人信任天主的寬恕,不要自責。天主將罪連根拔除,若我們希望得到寬恕,也應寬恕別人。

教宗當天以《聖詠》結束《舊約聖經》關於天主慈悲的要理講授。他表示,天主寬恕所有向祂祈求寬恕的人,從不厭煩。我們在跌倒後,應向祂伸出手來,求祂扶起我們,因為蒙受「天主寬恕的尊嚴」使得每個人在每次犯錯並懺悔後,都能重新站立起來。

教宗以達味王在《聖詠》第51篇中向天主認罪懺悔的祈禱為例,闡明天主的仁慈憐憫。達味王因犯了重罪而備受折磨,他占取了赫特人烏黎雅的妻子,並且借刀殺了烏黎雅。教宗表示,達味承認自己的罪,不以自己的窘迫為恥,卻信賴天主的慈悲。

「我們在一生中真正需要的就是得到寬恕,脫離邪惡及其死亡的後果。不幸的是,我們的生命屢次體驗這些處境。我們必須仰賴天主的慈悲。天主比我們的罪更大。我們不可忘記:天主比我們所能犯下的罪更大。」

教宗指出,這篇《聖詠》告訴我們,承認自己的過錯已經是在頌揚「天主的公義和聖善」。天主不僅使罪人立即感受到祂的慈愛,而且做得更多。天主的寬恕「並不遮掩罪,而是消滅罪,除淨罪。天主將罪連根拔除,不像洗衣店那樣,只清洗我們衣服上的汙漬。祂絕不這樣!天主連根拔除我們的罪,徹底除淨!」

一個人藉著天主的寬恕而脫胎換骨,成為「新的受造物,充滿聖神,欣喜萬分」。我們接受了天主恩寵,「甚至也能指點別人不再犯罪」。「一個兒童跌倒後,他會做什麽?他會伸出手來叫媽媽、爸爸把他扶起。」

「我們也應如此。你若因軟弱而跌倒犯罪,就應伸出手來:上主定會抓住你的手,幫助你站起來。這就是蒙受天主寬恕的尊嚴!天主的寬恕所賦予我們的尊嚴就是我們站立起來的尊嚴,使我們總是站立著,因為天主造了男人和女人是讓他們站起來」。

最後,教宗談到分享天主寬恕的重要性。他說,誰若得到天主的寬恕,就不能不同樣地對待自己周圍的人。「上主置於我們周圍的人,我們的家人、朋友、同事、堂區教友,他們都同我們一樣,都需要天主的慈悲。得到寬恕是件美事,但你若希望得到寬恕,你也必須寬恕人。你應寬恕人!」


Retrieved from 梵蒂岡廣播電台 http://zht.radiovaticana.va/news/2016/03/30/%E6%95%99%E5%AE%97%E5%85%AC%E9%96%8B%E6%8E%A5%E8%A6%8B%EF%BC%9A%E5%A4%A9%E4%B8%BB%E7%B8%BD%E6%98%AF%E8%B3%A6%E4%BA%88%E7%BD%AA%E4%BA%BA%E5%86%8D%E7%AB%99%E8%B5%B7%E4%BE%86%E7%9A%84%E5%B0%8A%E5%9A%B4/1219170 [accessed 31 March, 2016.]

Wednesday, 16 March 2016

Commentary on the Psalms about Jesus Christ's Prayer by Saint Augustine

English
Español
中文


From a commentary on the psalms by Saint Augustine, bishop
Jesus Christ prays for us and in us and is the object of our prayers

God could give no greater gift to men than to make his Word, through whom he created all things, their head and to join them to him as his members, so that the Word might be both Son of God and son of man, one God with the Father, and one man with all men. The result is that when we speak with God in prayer we do not separate the Son from him, and when the body of the Son prays it does not separate its head from itself: it is the one Savior of his body, our Lord Jesus Christ, the Son of God, who prays for us and in us and is himself the object of our prayers.

He prays for us as our priest, he prays in us as our head, he is the object of our prayers as our God.

Let us then recognize both our voice in his, and his voice in ours. When something is said, especially in prophecy, about the Lord Jesus Christ that seems to belong to a condition of lowliness unworthy of God, we must not hesitate to ascribe this condition to one who did not hesitate to unite himself with us. Every creature is his servant, for it was through him that every creature came to be.

We contemplate his glory and divinity when we listen to these words: In the beginning was the Word, and the Word was with God, and the Word was God. He was in the beginning with God. All things were made through him, and without him nothing was made. Here we gaze on the divinity of the Son of God, something supremely great and surpassing all the greatness of his creatures. Yet in other parts of Scripture we hear him as one sighing, praying, giving praise and thanks.

We hesitate to attribute these words to him because our minds are slow to come down to his humble level when we have just been contemplating him in his divinity. It is as though we were doing him an injustice in acknowledging in a man the words of one with whom we spoke when we prayed to God; we are usually at a loss and try to change the meaning. Yet our minds find nothing in Scripture that does not go back to him, nothing that will allow us to stray from him.

Our thoughts must then be awakened to keep their vigil of faith. We must realize that the one whom we were contemplating a short time before in his nature as God took to himself the nature of a servant; he was made in the likeness of men and found to be a man like others; he humbled himself by being obedient even to accepting death; as he hung on the cross he made the psalmist’s words his own: My God, my God, why have you forsaken me?

We pray to him as God, he prays for us as a servant. In the first case he is the Creator, in the second a creature. Himself unchanged, he took to himself our created nature in order to change it, and made us one man with himself, head and body. We pray then to him, through him, in him, and we speak along with him and he along with us.
Retrieved from http://divineoffice.org/lent-w05-wed-or/?date=20160316 [accessed 16 March, 2016]



De los Comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos
(Salmo 85, 1: CCL 39, 1176-1177)

JESUCRISTO ORA POR NOSOTROS, ORA EN NOSOTROS, Y AL MISMO TIEMPO ES A ÉL A QUIEN DIRIGIMOS NUESTRA ORACIÓN

El mayor don que Dios podía conceder a los hombres es hacer que su Palabra, por quien creó todas las cosas, fuera la cabeza de ellos, y unirlos a ella como miembros suyos, de manera que el Hijo de Dios fuera también hijo de los hombres, un solo Dios con el Padre, un solo hombre con los hombres; y así, cuando hablamos con Dios en la oración, el Hijo está unido a nosotros, y, cuando ruega el cuerpo del Hijo, lo hace unido a su cabeza; de este modo, el único Salvador de su cuerpo, nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ora por nosotros, ora en nosotros, y al mismo tiempo es a él a quien dirigimos nuestra oración.

Ora por nosotros, como sacerdote nuestro; ora en nosotros, como cabeza nuestra; recibe nuestra oración, como nuestro Dios.

Reconozcamos, pues, nuestra propia voz en él y su propia voz en nosotros. Y, cuando hallemos alguna afirmación referente al Señor Jesucristo, sobre todo en las profecías, que nos parezca contener algo humillante e indigno de Dios, no tengamos reparo alguno en atribuírsela, pues él no tuvo reparo en hacerse uno de nosotros.

A él sirve toda creatura, porque por él fue hecha toda creatura, y, por esto, contemplamos su sublimidad y divinidad cuando escuchamos: Ya al comienzo de las cosas existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios; ya al principio estaba ella con Dios; por ella empezaron a existir todas las cosas, y ninguna de las que existen empezó a ser sino por ella. Pero los que contemplamos esta divinidad del Hijo de Dios, que supera y trasciende de modo absoluto a toda creatura, por sublime que sea, lo oímos también, en otros lugares de la Escritura, gimiendo y suplicando, como si se reconociera reo de algo.

Y dudamos en atribuirle estas expresiones por el hecho de que nuestra mente, que acaba de contemplarlo en su divinidad, se resiste a descender hasta su abajamiento, y le parece que le hace injuria al admitir unas expresiones humanas en aquel a quien acaba de dirigir su oración como Dios; y, así, duda muchas veces y se esfuerza en cambiar el sentido de las palabras; y lo único que encuentra en la Escritura es el recurso a él, para no errar acerca de él.

Por tanto, que nuestra fe esté despierta y vigilante; y démonos cuenta de que aquel mismo que contemplábamos poco antes en su condición de Dios tomó la condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte; y, clavado en la cruz, quiso hacer suyas las palabras del salmo: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Por tanto, oramos a él por su condición de Dios, ora él por su condición de siervo; por su condición divina es creador, por su condición de siervo es creado, habiendo asumido él, inmutable, a la creatura mudable, y haciéndonos a nosotros con él un solo hombre, cabeza y cuerpo. Así, pues, oramos a él, por él y en él; hablamos con él y él habla en nosotros.
Retrieved from http://www.liturgiadelashoras.com.ar/index.htm, [accessed 16 March, 2016]




選讀聖奧思定主教《聖詠釋義》
(耶穌為我們、在我們內祈禱,並且是我們祈禱的對象)

天主賜於與人的那不能再大的恩惠就是:他把他藉以創造萬物的聖言賞賜給人類,作他們的首領,並使整個人類與聖言結合成為他的肢體;目的是要他成為天主子兼為人了,同聖父成為一個天主,同人類成為一個人。這樣,當我們向天主祈求時,我們並不使他與聖子分開;當聖子的肢體祈求時,也並不同自己的首領分開。這樣,天主聖子、我們的主耶穌基督,是他的身體的唯一救主:他為我們祈禱,也在我們內祈禱,同時他也是我們祈禱的物件。

基督為我們祈禱,因為他是我們的祭司;基督在我們內祈禱,因為他是我們的首領;基督是我們祈禱的物件,因為他是我們的天主。

因此。我們要在他內認出我們的禱聲,也要在我們內認出他的禱聲。當聖經論及主耶穌基督時,尤其在先知的預言裡,如果談到一些似乎不相稱於天主尊嚴的事,我們不要猶豫把那事歸屬在他身上,因為他並不猶豫與我們人性結合。萬物都為他而服務,因為都是他所創造的。

因此。幾時我們聽到聖經所說:「在起初已有聖言,聖言與天主同在,聖言就是天主。聖言在起初,就與天主同在。萬物是藉著他而造成的;凡受造的,沒有一樣不是由他而造成的」,我們就想到他的崇高和他的天主性。當我們仰瞻天主聖子、那超越一切受造物的天主性時,我們在聖經其他地方也聽到,他在歎息,在祈禱,在讚頌。

我們會猶豫將這些應用到基督身上,因為我們適才默想了基督的神性,而遲於了解他的謙虛。我們以為把那涉及人的話放在基督身上,似乎是對他一種淩辱,因為我們向天主祈禱時,是用別的語句同他講話。我們屢次感到困惑,而企圖改變這些話的意義:但聖經中找不到任何不使我們回到基督身上的事物,也沒有任何事物使我們遠離他。

所以人類要警醒起來,在信仰上時時警惕:要瞭解我們適才所瞻仰的、具有天主性體的那一位,竟攝取了奴僕的形態;他自謙自卑,聽命至死。當他被懸在十字架上時,他願把聖詠的詞句應用到自己身上說:「我的天主,我的天主,你為何捨棄了我?」

所以基督按他的天主性而論,是祈禱的對象;但按他的人性而論,他也向天主祈禱:在第一種情形,他是造物主;而在第二種情形,他是受造者。他那永不變的天主性取了受造的人性,好使人性改變,並使我們同他合成一個:頭與身體。因此,我們向他祈禱,藉他祈禱,在他內祈禱,並同他講話,他也同我們講話。
Retrieved from http://catholic-dlc.org.hk/frame3a.htm, [accessed 16 March, 2016]