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(Vatican Radio) Pope Francis held his weekly General Audience in St. Peter’s Square on Wednesday, during the course of which he began a new chapter in his catecheses on mercy, one focusing specifically on Christ’s fulfillment of the promise and action of mercy revealed to humanity through God’s Chosen People, as expressed in the New Testament.
The Holy Father said that the Gospels show us a Jesus who, in every moment of His earthly life, made mercy visible: meeting the crowds, announcing the Gospel, healing the sick, drawing close to the forgotten, pardoning sinners.
The Pope went on to say that the love Christ showed was a love open to all, a love which was fulfilled on the Cross. “Jesus,” said Pope Francis in an emphatic departure from his prepared remarks, “did not bring hatred, nor did He bring enmity: He brought love – a great love – a heart open to all – to all of us – a love that saves.”
The Holy Father went on to say that no one is excluded from God’s merciful love – and that He proved this once and for all from the Cross. “We are all sinners,” he said in another emphatic departure, “but we are all forgiven: we all have the possibility of receiving this pardon, which is the mercy of God; we need not fear, therefore, to recognize ourselves sinners, confess ourselves sinners, because every sin was carried by the Son to the Cross.”
Pope Francis concluded with an exhortation to frequent the Sacrament of Reconciliation, saying that it offers us the forgiveness that flows from the Cross and which renews us in His grace, and inviting everyone everywhere in this Jubilee Year to embrace the Gospel with greater vigor and be heralds of the Father’s mercy and forgiveness.
Retrieved from Vatican Radio http://en.radiovaticana.va/news/2016/04/06/pope_francis_divine_mercy_excludes_no_one/1220605 [accessed 06 April, 2016].
Texto completo de la catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Después de haber reflexionado sobre la misericordia de Dios en el Antiguo Testamento, hoy iniciamos a meditar sobre como Jesús mismo lo ha llevado a su pleno cumplimiento. Una misericordia que Él ha expresado, realizado y comunicado siempre, en cada momento de su vida terrena. Encontrando a la gente, anunciando el Evangelio, curando a los enfermos, acercándose a los últimos, perdonando a los pecadores, Jesús hace visible un amor abierto a todos: ¡ninguno está excluido! Abierto a todos sin límites. Un amor puro, gratuito, absoluto. Un amor que alcanza su culmen en el Sacrificio de la Cruz. ¡Sí, el Evangelio es de verdad el “Evangelio de la Misericordia”, porque Jesús es la Misericordia!
Los cuatro Evangelios afirman que Jesús, antes de iniciar su ministerio, quiso recibir el bautismo de Juan Bautista (Mt 3,13-17; Mc 1,9-11; Lc 3,21-22; Jn 1,29-34). Este acontecimiento imprime una orientación decisiva en toda la misión de Cristo. De hecho, Él no se ha presentado al mundo en el esplendor del templo: podía hacerlo, ¿eh? No se ha hecho anunciar al son de trompetas: podía hacerlo. Ni mucho menos ha venido en las vestiduras de un juez: podía hacerlo. En cambio, después de treinta años de vida oculta en Nazaret, Jesús se acercó al río Jordán, junto a tanta gente de su pueblo, y se puso en la fila con los pecadores. No ha tenido vergüenza: estaba ahí con todos, con los pecadores, para hacerse bautizar. Por lo tanto, desde el inicio de su ministerio, Él se ha manifestado como Mesías que asume la condición humana, movido por la solidaridad y la compasión. Como Él mismo afirma en la sinagoga de Nazaret identificándose con la profecía de Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor» (Lc 4,18-19). Todo lo que Jesús ha realizado después del bautismo ha sido la realización del programa inicial: traer a todos el amor de Dios que salva. Jesús no ha traído el odio, no ha traído la enemistad: ¡nos ha traído el amor! ¡Un amor grande, un corazón abierto a todos, a todos nosotros! ¡Un amor que salva!
Él se ha hecho prójimo con los últimos, comunicando a ellos la misericordia de Dios que es perdón, alegría y vida nueva. ¡El Hijo enviado por el Padre, Jesús, es realmente el inicio del tiempo de la misericordia para toda la humanidad! Todos aquellos que estaban presentes en la orilla del Jordán no entendieron enseguida el significado del gesto de Jesús. El mismo Juan el Bautista se sorprendió de su decisión (Cfr. Mt 3,14). ¡Pero el Padre celeste no! Él hizo oír su voz desde lo alto: «Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección» (Mc 1,11). De este modo el Padre confirma el camino que el Hijo ha iniciado como Mesías, mientras desciende sobre Él como una paloma el Espíritu Santo. Así el corazón de Jesús late, por así decir, al unísono con el corazón del Padre y del Espíritu, mostrando a todos los hombres que la salvación es el fruto de la misericordia de Dios.
Podemos contemplar todavía más claramente el gran misterio de este amor dirigiendo la mirada a Jesús crucificado. Mientras está por morir inocente por nosotros pecadores, Él suplica al padre: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). Es en la cruz que Jesús presenta a la misericordia del Padre el pecado del mundo: ¡el pecado de todos! Mis pecados, tus pecados, los pecados. Es ahí, en la cruz, que Él los presenta. Y con ella todos nuestros pecados son borrados. Nada ni nadie queda excluido de esta oración sacrificial de Jesús. Esto significa que no debemos temer en reconocernos y confesarnos pecadores. Pero, cuantas veces nosotros decimos: “Éste es un pecador, éste ha hecho esto, aquello…” y juzgamos a los demás. ¿Y tú? Cada uno de nosotros debería preguntarse: “si éste es un pecador. ¿Y yo?”. Todos somos pecadores, pero todos somos perdonados: todos tenemos la posibilidad de recibir este perdón que es la misericordia de Dios. No debemos temer, pues, de reconocernos pecadores, confesarnos pecadores, porque todo pecado ha sido llevado por el Hijo en la cruz. Y cuando nosotros lo confesamos arrepentidos confiando en Él, estamos seguros de ser perdonados. ¡El sacramento de la Reconciliación hace actual para cada uno la fuerza del perdón que brota de la Cruz y renueva en nuestra vida la gracia de la misericordia que Jesús nos ha traído! No debemos temer nuestras miserias: no debemos temer a nuestras miserias. Cada uno de nosotros tiene las suyas. La potencia del amor del Crucificado no conoce obstáculos y no se acaba jamás. Y esta misericordia borra nuestras miserias.
Queridos, en este Año Jubilar pidamos a Dios la gracia de tener experiencia de la potencia del Evangelio: Evangelio de la misericordia que transforma, que nos hace entrar en el corazón de Dios, que nos hace capaces de perdonar y de mirar al mundo con más bondad. Si acogemos el Evangelio del Crucificado Resucitado, toda nuestra vida es plasmada por la fuerza de su amor que renueva. ¡Gracias!
(Traducción del italiano, Renato Martinez – Radio Vaticano)
Retrieved from Radio Vaticano http://es.radiovaticana.va/news/2016/04/06/catequesis_papa_francisco_evangelio_de_la_misericordia_jesus/1220586 [accessed 06 April, 2016].
(梵蒂岡電台訊)教宗方濟各4月6日上午在聖伯多祿廣場主持週三公開接見活動,大約4萬人參加。教宗在當天的要理講授中開始講解福音中的慈悲,強調每一個人雖有自己的困窘,但基督的愛與寬恕永不枯竭。
教宗從福音中耶穌在世的5個重要行動談天主慈悲:耶穌“會晤人群、宣講福音、治癒病患、走近弱小、寬恕罪人”。耶穌本來可以像君王那樣來到世上審判眾人,甚至可以從十字架上走下來,滿足一些人的要求。但祂沒有這樣做,卻與貧苦人為伍,奉獻自己,為人類開啟了慈悲時期。
“耶穌沒有在殿宇的輝煌中來到世界上,祂不是大可這樣做嗎?祂沒有吹鼓奏樂宣告自己的到來,但祂有能力這樣做!祂也沒有以法官的姿態來到,但祂能夠做到!相反地,耶穌在納匝肋度過了30年的隱居生活後,來到約旦河,與祂的許多子民在一起,與罪人為伍。他不覺得難為情:祂與眾人,與罪人一起在那裡受洗。”
教宗表示,基督一開始祂的使命,就彰顯出祂是承受人類處境的默西亞,同情憐憫人類。祂受洗後所行的一切都是在實現祂的初始計劃,將天主的救贖之愛帶給眾人。這是純淨、不求回報,無與倫比的愛。
“耶穌沒有帶來仇恨,沒有帶來敵意:祂為我們帶來了愛!這是一種崇高的愛,一顆為眾人,為我們所有人敞開的心!這是救贖之愛!耶穌走近弱小者,告訴他們天主的慈悲乃是寬恕、喜樂及新生命。耶穌,天父所派遣的聖子,真實地開啟了全人類蒙受慈悲的時期!”
教宗解釋道,天主的慈悲在哥耳哥達的苦難到達巔峰,耶穌在十字架上說的話永遠改變了人的處境:“父啊,寬赦他們吧!因為他們不知道他們做的是什麽”(路廿三34)。 “耶穌在十字架上將世界的罪呈獻於天父的慈悲:這是眾人的罪,是我的罪,你的罪,你們的罪。祂在那裡,在十字架上呈獻了世人的罪。藉著這個舉動,我們的一切罪都被消除。任何事物及任何人都沒有被擋在耶穌祭獻祈禱的門外。”
教宗最後勉勵信友們勤領修和聖事,懺悔並全心信賴天主,避免陷入自以為是,不接受天主寬恕的誘惑。“我們每個人都該問自己:‘沒錯,那是個罪人。可是我呢?’我們大家都是罪人,但我們都得到了寬恕:我們人人都有機會蒙受寬恕,天主的慈悲。我們不必害怕自己的困窘。我們每一個人都有自己的困窘。基督十字架上愛的大能所向無敵,永不枯竭。天主慈悲能消除我們的困窘。”
當天是第三屆促進發展與和平國際體育日。教宗方濟各在公開接見活動結束時,向在場人士談到聯合國的這項創舉說:“體育是一種拉近各民族距離的普世性語言,它可以促進人際交往及超越衝突。因此,我鼓勵把體育運動當作訓練美德的場所,以增進個人與團體的全面發展。”
二零一六年四月七日上午取自梵蒂岡廣播電台 http://zht.radiovaticana.va/news/2016/04/06/%E6%95%99%E5%AE%97%E5%85%AC%E9%96%8B%E6%8E%A5%E8%A6%8B%EF%BC%9A%E8%80%B6%E7%A9%8C%E7%82%BA%E7%9C%BE%E4%BA%BA%E9%96%8B%E5%95%9F%E4%BA%86%E6%85%88%E6%82%B2%E6%99%82%E6%9C%9F/1220843.
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