Monday, 5 November 2012

BAJO SU MIRADA MISERICORDIOSA


 
UNDER HER
MERCIFUL LOOK

      One of the best Dominican traditions that we keep is the signing of the Salve Regina at the end of our day. It contains a touching request: “¡Eia ergo, advocata nostra, illos tuos misericordes oculos ad nos converte!” And she does turn her eyes toward us because community pleads cannot go unnoticed. What is what she sees? I just wonder; most probably no other thing than the reality of our persons and that of our praying communities. But certainly from a different perspective than ours: it is the vision of some maternal eyes that wink together with God´s merciful eyes. That is why her look, far from causing embarrassment, gives us comfort and encouragement.
      May these same feelings of comfort and encouragement, translated into attitudes of faith and hope, continue being present in our daily lives. Such is my wish and greeting to each one of the Brethren of the Province on the occasion of the annual festivity of Our Lady of the Rosary, our Patroness.
      I cannot find anything better to wish than this because it seems to me that all of us are in need of such maternal solicitude. Let each one later on perceive and live it in a unique, intimate and personal way. Each 7th of October seems to be the same (same liturgical celebration, same prayers, same homilies, same greetings and reasons for joy…), yet we ourselves are not the same every year; our pilgrimage through life changes us continually. The liturgical calendar is circular, while our life is not. May this consideration help us understand “the sacrament of the present moment!”
      To each and every one of the Brethren, whatever the season of life may currently be crossing, my encouraging words and sincere congratulations. May Our Lady of the Rosary continue keeping us under her merciful look, blessing us and leading our lives. Happy Feastday!

Javier González, O.P.
Hong Kong, 7 October 2012.




BAJO SU MIRADA MISERICORDIOSA



      Una de las mejores tradiciones dominicanas que conservamos es el canto comunitario de la Salve Regina al final del día. Contiene un ruego muy particular: “¡Eia ergo, advocata nostra, illos tuos misericordes oculos ad nos converte!” Y Ella esos ojos vuelve, porque una petición comunitaria no puede pasar desapercibida. ¿Qué ve? No lo sé; seguramente no otra cosa que la realidad de nuestras personas y la de nuestra comunidad suplicante. Pero eso sí, ve la realidad de nuestras vidas no como la vemos nosotros sino como la ven unos ojos maternales que se miran en los ojos misericordiosos de Dios. Por eso es una mirada que no avergüenza, sino que, por el contrario, conforta y anima.
Pues bien, esos mismos sentimientos de consuelo y de ánimo, traducidos en actitudes de fe y de esperanza, han de estar presentes cada día en nuestras vidas. Ese es mi deseo y esa es mi felicitación a cada uno de los hermanos de la Provincia con motivo de la fiesta anual de Nuestra Señora del Rosario, nuestra Patrona.
      No encuentro otro deseo mejor porque me parece que todos estamos necesitados de ese cuidado maternal. Que cada cual después en particular lo perciba y viva de un modo íntimo, personal. Porque aunque cada siete de octubre todo parezca igual (misma celebración litúrgica, mismas oraciones, mismas homilías, mismas felicitaciones y motivos de alegría...), el hecho es que nosotros no somos los mismos; nuestra realidad individual es muy distinta cada año. Y es que el calendario litúrgico es rotativo pero nuestro devenir vital no lo es. ¡Que esto nos haga pensar un poco en “el sacramento del momento presente”!
      A todos y cada uno de los hermanos, sea cual sea la estación de la vida en que se encuentre, mi palabra de ánimo y sincera felicitación. Que la Virgen del Rosario mantenga su mirada misericordiosa sobre nosotros, siga bendiciéndonos y liderando nuestras vidas. ¡Feliz fiesta!

Javier González, O.P.
Hong Kong, 7 de octubre 2012.

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